Hay lugares que únicamente con mirarlos, nos transmiten una sensación de paz indescriptible. Hablamos de paisajes o playas paradisíacas, pero no tiene por qué centrarse en ello exclusivamente. La neuroarquitectura también contribuye a ello, creando casas u oficinas con aires distintos. Si hay algo que hemos aprendido gracias a la pandemia, es que los lugares donde vivimos deben alejarse del concepto de cárcel, para que gracias a la neuroarquitectura existe la posibilidad de crear espacios más humanos, incidiendo en salud mental y física.
Neuroarquitectura como concepto novedoso
La población que vive en grandes ciudades pasa entre el 80% y el 90% de su tiempo en espacios cerrados. La neuroarquitectura se enfrenta a solventar este reto, puesto que gracias a la arquitectura, se pueden satisfacer diferentes necesidades neurológicas a los usuarios. La neuroarquitectura es la manera de aplicar la neurociencia a la arquitectura. Se trata de una disciplina relativamente joven que se atribuye a Jonas Salk, que fue la persona que desarrolló la vacuna de la polio.
Además de ello, siempre ha tenido pasión y confianza en la arquitectura para ayudar a la mente, por lo que construyó en los años 60 el Instituto Salk en California. A día de hoy, se le considera como el primer referente de la neuroarquitectura.
En España, la neuroarquitectura aún está germinando, pero quienes están aplicándola advierten que se trata de una revolución en la forma de construir. En cuanto al perfil de cliente que demanda este tipo de arquitectura, se caracteriza por ser de un perfil socioeconómico elevado y que se aplica en construcciones de gran tamaño. Todo ello se debe a que es mucho más sencillo manipular el espacio.
Generalmente, quienes demandan la arquitectura son empresarios o grandes directivos europeos. La Costa del Sol o Madrid son las zonas donde se han construido este tipo de casas, que cuentan con entre 700 y 3.000 kilómetros cuadrados. En el mundo del deporte, encontramos a grandes figuras que también han sucumbido a los encantos de la neuroarquitectura. Por ejemplo, Arturo García Muños, exjugador del Betis Balompié o Adrián San Miguel, portero del Liverpool, son algunos ejemplos. Por otro lado, este mes ha empezado a construirse la casa de Raúl Navas, exjugador del Osasuna.
La neuroarquitectura permite profundizar en el estado cognitivo-emocional de los usuarios
La neuroarquitectura no tiene que ver con la estética del hogar o de la oficina ni con un diseño más vanguardista, es mucho más. Esta manera de hacer arquitectura permite profundizar en el estado cognitivo-emocional de los usuarios para así determinar las directrices de diseño que son más adecuadas a dicho nivel, independientemente de que no sean conscientes de ello. A la hora de enfocarlo en una oficina, implicaría mejorar el descanso o bien, obtener un rendimiento más fructífero en el trabajo.
El hecho de que en una oficina existan variables del diseño como iluminación, geometría o color más configuradas, está directamente relacionado con la mala salud mental. Gracias a la arquitectura, las personas pueden sentir mediante sus sentidos, incluso en los momentos de descanso. Es muy importante crear entornos seguros para incrementar el bienestar, la salud y la inteligencia. Es decir, la arquitectura debe ser sensorial para que conecte con la naturaleza de manera real o bien, simulada.
Por otro lado, hay materiales tranquilizadores a través del tacto como pueden ser la piedra, el algodón o la piel. Es importante minimizar los sonidos procedentes del exterior como el tráfico o los ascensores, puesto que con ellos se activa el sistema de defensa. Los techos altos favorecen la creatividad, los bajos aumentan la concentración y en neuroarquitectura, la calidad del aire interior es fundamental en esta disciplina que aún está en fase incipiente en nuestro país.