El mundo avanza muy deprisa. Remontémonos unos siglos atrás. Sólo unos pocos.
Al principio todo era campo en barbecho. Luego nos pasamos a la rotación trienal. Entre salto y salto, cuando teníamos el tema alimenticio más o menos controlado llegó la revolución industrial. Y de pronto nos golpeó internet, uno de los desencadenares de la última revolución de la humanidad. Un cambio más complejo, más universal y que acontece de forma más rápida: La revolución tecnológica es una realidad en la que estamos ya sumergidos, y con ella llega un nuevo paradigma que nos afecta en todos los niveles personales y profesionales.
Desde la década de los 90 los negocios tradicionales han experimentado una adaptación notable a través de la digitalización de su contenido (entre otras muchas), lo que permite una fluidez de comunicación hasta entonces impensable. Sin embargo, no vamos a hablar de las ventajas ya conocidas de tener internet y ordenador en la oficina. Vamos a hablar de otra realidad. De cómo construir un negocio de 0 partiendo del paradigma en el que vivimos hoy.
Gik, el vino azul índigo
Esta historia no va de vinos. Va de cómo unos jóvenes vascos de veintipocos años han conseguido remover los cimientos de una de las industrias más tradicionales que perduran hoy en día. De cómo agarrar por las orejas un producto tan inalterable en el paso del tiempo como es el vino y darle una vuelta radical. La idea de estos jóvenes buscaba la innovación por encima de todo, lanzar un producto diferente en el mercado. Y han conseguido una muy buena acogida por parte de un público joven que no se sincroniza con los valores tradicionales del vino.
Muebles LUFE, una triste historia con final feliz
Muebles LUFE es el ejemplo perfecto de reinvención. Se trata de una fábrica de muebles para el hogar que tuvo que cerrar debido a la crisis económica. Una situación de ruina absoluta. Según palabras de su dueño “La crisis nos llevó a la ruina, perdimos todo, hasta la casa, por culpa de los impagados” Esta situación desesperada les llevó a cuestionar el sistema de negocio y dar un giro de 180 grados. Su negocio pasó de ser una fábrica y tienda de muebles tradicional a un sistema de venta online de muebles que el propio comprador debe montar, con madera de buena calidad y a un precio extraordinariamente bajo. Ejemplo: Una cama, 30 euros. Una compañía que arrancó hace tres años, y cada año duplica sus ventas. Actualmente su web cierra 20 nuevos pedidos cada día, y alcanzan ya una facturación de 1,2 millones de euros. Algunos lo llaman el Ikea vasco.
Waynabox, viajes sin destino fijo
Waynabox es una startup creada por tres jóvenes españoles de 22 y 23 años. Es un nuevo concepto en compañías de viajes, un sistema que te ofrece a la experiencia de viajar con un plus de espontaneidad y diversión. Y a un precio muy atractivo.
El concepto es innovador pero sencillo: Por un precio fijo de 150 euros puedes reservar una escapada de fin de semana (vuelo y hotel) a varios destinos de Europa. El factor clave: el comprador no sabe a dónde va a ir hasta dos días antes del vuelo.
Una empresa que ha sabido jugar sus cartas de una forma brillante, aprovechando a nivel logístico las ventajas de tener vuelos y estancias variables y convirtiéndolo en una experiencia divertida y sorprendente para los usuarios. Y, por cierto, ya han superado los 5 millones de facturación.